Es sin duda ambiciosa, explícitamente ambiciosa, y a pesar de ello rara vez se me ha hecho cuesta arriba, más bien al contrario, ha sabido engancharme con la trama y a la vez conducirme por todos sus vericuetos y digresiones sin perder interés por ninguna de ellas. Salvo quizás algunos pasajes de La parte de Amalfitano, esa ambición no se le escapa de las manos o si le escapa lo hace de un modo creativo.
El comienzo, La parte de los críticos, me ha parecido delicioso, aunque seguro que casi nadie comparte el adjetivo. Con un humor en parte mordaz "presenta" a uno de los hilos de esta novela, al escritor Benno von Archimboldi, a través de sus críticos. Y curiosamente, en las casi doscientas páginas que dura esta parte, apenas habla de él, normal pues se trata de un pseudónimo, ni de su obra, algo más llamativo teniendo en cuenta a sus protagonistas. Pero a lo que se dedica casi por completo esta parte es a comentar la labor de los críticos profesionales y sus relaciones tanto profesionales y personales. Traza un bonito cuarteto amoroso, cuatro críticos fans de Archimboldi que se entremezclan emanando humanidad. No se introduce demasiado en sus pensamientos o sentimientos, de hecho le gusta más bien narrar lo que hacen o bien relatar sus sueños. Este gusto por lo onírico, a veces explícito y a veces no, es una de las características más llamativas de la novela, y no de las que más me gustan. Pero en esta parte tiene un estilo deslumbrante y pone el anzuelo y el cebo para las siguientes: la prosa es muy fluida y compleja a la vez. Es capaz, por ejemplo, en un alarde de virtuosismo, de hacer una enorme digresión de seis páginas dentro de una frase, con historias matrioska incluidas. Me ha recordado, por cierto, la famosa primera escena de Sed de mal, por aquello del derroche de talento. Derroche, nunca mejor dicho:
Pero bueno, la técnica sin nada que contar es sólo tramoya y desde luego 2666 no es eso.
La parte de Amalfitano y La parte de Fate quizás sean las que menos me gustan, en parte porque son similares y en parte porque esto sí me parece haberlo leído antes. Se habla aquí de desorientación, hastío, incomunicación, rendición y absurdo. Desde luego esto ya ha sido escrito y quizás mejor. De todos modos se van introduciendo elementos que encajarán al final. Esto y algunos pasajes con bastante mala leche salvan estas partes.
En La parte de los crímenes vuelve otra vez lo mejor de la novela. Quizás precisamente lo que más me gusta es cuando el protagonista se diluye y se van intercalando fragmentos y en esta parte esto es constante, porque se van enumerando los asesinatos de mujeres en Santa Teresa, una especie de espejo de Ciudad Juárez, sin dejar uno, con muchas descripciones de crímenes mezcladas con las vidas de investigadores y afectados. La prosa se vuelve más fluida otra vez. Me encanta la mexicanidad algunos diálogos no dialogados, gran maestro Bolaño en ese arte. Hay que advertir a los lectores sensibles que la trama se torna por momentos truculenta, a veces sólo cruda, pero es eso, la parte de los crímenes, con su relato carcelario incluido.
Y por fin, la última parte, La parte de Archimboldi en la que se cierra y confluye todo, aunque no acaba, no queda muy claro si porque era la intención de Bolaño o si porque le alcanzó la muerte antes. Tampoco creo que importe. Esta parte cambia mucho de registro y comienza irreal, cuasimágico, recorriendo la infancia del alemán Hans Reiter, posteriormente Archimboldi. El tono evoluciona con la edad del protagonista, que en ocasiones deja de serlo, y se va volviendo más real aunque no necesariamente realista, en consonancia con su personalidad.
En una "novela" tan ambiciosa y dilatada caben muchas cosas. Este exceso es claramente buscado, seguramente para encontrar espacio para la experimentación y el hallazgo sin descuidar las historias particulares y la que las atraviesa. Las intenciones de Bolaño, no obstante parece que las tenía claras porque, en un episodio de metaliteratura de los que pueblan sin molestar este 2666, dice:
Ya nadie se atreve con con las grandes obras, imperfectas, torrenciales, las que abren caminos a los desconocido. Escogen los ejercicios perfectos de los grandes maestros. O lo que es lo mismo: quieren ver a los grandes maestros en sesiones de esgrima de entrenamiento pero no quieren saber nada de los combates de verdad, en donde los grandes maestros luchan contra aquello, ese aquello que nos atemoriza a todos, ese aquello que acoquina y encacha, y hay sangre y heridas mortales y fetidez.
1 comentario:
Hoy he comenzado la lectura de esta "magnánima" novela, que según las críticas que podido leer promete ser muy interesante.
Veremos si soy capaz de leerme sus 1.125 páginas...
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