Me ha pasado con esta novela un poco lo que me pasó con Criptonomicón. Y es que me interesan tanto los temas que tratan que al final soy más exigente de lo que debiera. Porque al fin y al cabo son novelas y no divulgación o ciencia. Pero bueno, primero hablaré de la novela y luego de lo que me ha sugerido...
Es una novela con una estructura temporal algo compleja, se podría decir arbitraria si no fuese porque con ello se intenta dar más emoción a la trama, poner cebos para que el lector pique, se enganche y llegue al desenlace con avidez. Y no se puede decir que no lo consiga. Aunque además de tener elementos de novela de espionaje y de novela histórica-bélica tiene otras facetas. También es una excusa para hablar de temas que le interesaban a Volpi: la relación entre ciencia, filosofía, guerra y política en la primera mitad el siglo XX. Ambicioso, claro. Además de todo esto cuenta en profundidad la historia de dos personajes, un físico-militar norteamericano que va en busca de un misterioso Klingsor, el nombre en clave de un dirigente científico nazi y un matemático alemán que le ayuda en esa búsqueda. Sin duda de lo mejor de la novela es el conjunto de ambas historias que aunque no especialmente creíbles están muy bien contadas. También ayuda el modo en que Volpi gradúa la información para mantener la atención, como ya he comentado antes.
Entonces ¿me ha gustado? Pues bueno, si sólo se hubiese tratado de una historia bélica o de espionaje podría haber estado bien. Mejor aún con los personajes que traza, y con su historia ¿Qué me chirría? La mezcla con el marco científico de la época me parece un poco forzada. Aunque muy interesante, mezclar en la misma novela a Einstein, von Neumann, Gödel, Plank, Heisenberg, Bohr, Schrödinger... Me sucede con todas las novelas en las que los personajes han sido personajes reales: no me parecen creíbles. Pero esto es una opinión completamente personal.
Otro aspecto que no me ha acabado de gustar es como Volpi, o más bien su narrador, extrapola los descubrimientos más espectaculares del siglo XX, que en su mayoría son el descubrimiento algunos límites de la ciencia y la matemática, y los aplica a la vida diaria. Y en parte lo entiendo, pero no me parece correcto. Está claro que filosóficamente tanto Teoría de la Relatividad como el principio de incertidumbre de Heisenberg o el teorema de incompletitud de Gödel son difíciles de asimilar para todo aquel que crea o desee el conocimiento absoluto. Estos resultados claves en el siglo XX son un toque de humildad a la ciencia que se iba creyendo todopoderosa viniendo del siglo XIX. Pero afirmar cosas como que la verdad no se puede hallar o asociar la incertidumbre que rodea nuestras vidas a la de Heisenberg es mezclar churras con merinas. La ciencia y las matemáticas tienen limites, sí. La física microscópica es anitiintuitiva, también. Pero del no determinismo de la física fundamental, de la existencia de proposiciones indecidibles no se deduce que no se puedan seguir extrayendo leyes físicas válidas y útiles ni que no se puedan seguir demostrando teoremas. Seguramente pasamos de un exceso de optimismo decimonónico a un pesimismo y "relativismo" también excesivo. Algunas verdades siguen ahí, descubiertas y sin descubrir, pero ahora sabemos más de nuestros límites.
martes, marzo 03, 2009
"En busca de Klingsor" de Jorge Volpi
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