viernes, agosto 15, 2008

"La trilogía de Nueva York" de Paul Auster

Pues esta Trilogía de Nueva York tenía muchos ingredientes para gustarme y unos cuantos para no hacerlo, pero no los conocía a priori. Pero la verdad es que sin duda han sido los mejores ingredientes los que me han dejado en estupendo sabor de boca, haciéndome olvidar los aspectos menos de mi gusto.

Y creo que esta trilogía es un ejercicio de Literatura, de esa que más me gusta leer, de esa que te hace cómplice del estupendo juego de la ficción. Y es que Borges juega, Cortázar juega y sin duda Auster juega y hace jugar al lector con esta trilogía. Sólo por esa habilidad para manejar la metaficción con extraordinaria naturalidad merece este libro la mejor nota. Pero no solo de metaficción vive el hombre...

El caso es que el juego comienza bien, con Ciudad de cristal en el que cuenta una historia policiaca con trasfondo metafísico (¿o es una historia metafísica con aspecto de relato policiaco?) Pero tiene esa difícil virtud borgiana (salvando las distancias) de tratar los temas más trascendentes como temas más, integrados perfectamente en la trama. Tiene más ecos borgianos, también presentes en Fantasmas y La habitación cerrada como son los bucles y paralelismos narrativos. Pero es, como he dicho antes, sobretodo un juego en si mismo, un juego autorreferente con narrador, autor, protagonista y relato. Un juego muy logrado, aunque quizás el artificio del cuaderno rojo esté un poco traído por los pelos pero necesario para hacer aparecer al narrador.

Continúa jugando con Fantasmas que quizás me parece más flojo, aunque la traducción no ayuda: Maribel de Juan decide (difícil decisión) traducir todos los apellidos de colores de todos los personajes al castellano con lo que se produce una sensación de menor credibilidad que el original en inglés, aunque debía ser difícil no hacerlo si no se quería dar explicación en algún juego de palabras posterior, pero vamos, que me ha ido chirriando todo el rato.

Finaliza con la apoteosis metaficcional que es La habitación cerrada, que me ha encantado porque ha sido capaz de mezclar su trama con la de los otros dos, pero sin abusar :) Es como los otros un relato-novela pseudopoliciaco donde además de la intriga que guía la acción se repasan otros temas, pero solo asoman de vez en cuando, sin estar decididamente en primer plano, lo que me parece una buena virtud... La intriga es el principal vehículo conductor de la trama y eso me parece estupendo.

Además tiene múltiples curiosidades-referencias literarias como llamar Fanshawe al autor de la obra ficcional descubierta cuando en realidad es una obra perdida de Hawthorne y recuperada por su mujer Sophia. La mujer del Fanshawe de ficción, que también ayuda a descubrir la obra de su marido, se llama Sophie, aparentemente un homenaje, pero disto mucho de ser un experto de literatura norteamericana...

Las tres novelas cortas tienen muchos puntos en común aparte de estar ligeramente trenzadas en cuanto a personajes. La estética y la forma superficial es la misma: aspecto de historias detectivescas con aire de cine negro. Los temas de trasfondo son los mismos: la naturaleza de la ficción, de la creación literaria, de la realidad y de la identidad además de un relativo existencialismo. Las referencias literarias son continuas, pero sin molestar: El Quijote, Hawthorne, Thoreau...

Un aspecto curioso que une a los tres relatos es el de lo inalcanzable de la verdad. En todos ellos existe en algún lugar un escrito o un personaje que sería capaz de desvelar todo lo ocurrido, pero que está vedado para el lector. Sin embargo en alguno de ellos está disponible para el narrador o para el protagonista, pero la información no nos llega, para hacer más patente su inaccesibilidad... Desde luego el mecanismo funciona estupendamente como resorte de ficción y en ese sentido no puedo sino admirarlo. Pero me parece que emana filosóficamente del Postmodernismo y no puedo aceptar sus premisas y sus consecuencias: a pesar del indeterminismo consustancial a la naturaleza mi punto de partida prefiero que sea ser más constructivo, menos derrotista...

De todos modos y dejando de divagar, esta trilogía me ha resultado muy estimulante, muy bien construida y he disfrutado mucho leyéndola.

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